Aquí una nota reflexiva de la migración hondureña en tránsito por Guatemala y México hacia Estados Unidos.
El fenómeno de la migración en masas, en el que los migrantes emprenden el camino y se protegen por ellos mismos, es nuevo. Hasta aquí los migrantes se valían de la ayuda de coyotes, en su gran mayoría ligados a redes delincuenciales, por lo que eran presas vulnerables expuestas a secuestros, extorsiones, hostigamiento, violaciones de las hijas, hermanas y esposas y enjaulamientos en prostíbulos, asesinatos y desapariciones. En este nuevo fenómeno se protegen unos a otros, y la sociedad humanitaria los cubre con gestos de amor fieles al evangelio (porque fui forastero y me recogisteis… (Mt. 25:43).
Existen redes de albergues – casas de los migrantes – en toda la ruta migrante. En la ciudad de Guatemala, hay una muy cercana al Con\cejo Ecuménico Cristiano de Guatemala que acoge a los migrantes y a la que se desborda la ayuda humanitaria (ropa, comida, colchonetas, psicólogos, pastores, sacerdotes, jóvenes, hasta un peluquero ofrenda su talento), creando un oasis en el desierto de esta tortuousa peregrinación.
A esta casa me llegué a ofrendar algo de mí. Allí, mis hermanos hondureños se mostraron a mí:
– Somos 3 jóvenes de 15 y 16 años y un adulto. Emprendimos el viaje de Tocoa, un territorio controlado por el narcotráfico, porque no tenemos estudios, pero soñamos con una mejor vida y con tener un trabajo digno.
– Luis y su hijito de 12 años, Dulce María y su hijita de 7 años, Walter de 40 años y Anael de unos 25, todos de Tegucigalpa van juntos. Dulce María, yo compraba y vendía pepinos, pero muchas veces no se venden y se echan a perder. Mi abuela me crió. Ella es mi única familia. Tengo 3 hijas, y sola tengo que cuidarlas. Salgo de mi tierra, porque quiero ayudar a mi abuela. Mis 2 niñas, de 12 y 9, se quedaron con la abuela, yo me traje la de 7 años. Entre lágrimas y sollozos, Dulce María me decía, tengo que apoyar a mi abuela y sacar mis niñas adelante. Uno de estos días, ladrones entraron a mi casita de láminas con techo roto que no hay hule que impida entre el agua, y me robaron la TV y mis toallas. Quiero una mejor vida.
-Walter: vendo cornetas en la calle. Es difícil que salgan las ventas, y se angustia uno cuando la mujer le pide leche para la niña y no hay el dinero para comprarla.
De la misma colonia se unieron los 4 adultos y 2 niños y emprendieron la peregrinación. Dulce decía, cuando vi a otros saliendo, me dije, yo también lo voy a intentar. Hasta ahora ha sido difícil. Cuando llegamos a la frontera de Guatemala, cruzamos por la montaña. Los policías guatemaltecos nos dijeron, vengan solo a firmar la entrada. Nos fuimos con ellos, y lo que hicieron fue devolvernos a Honduras. Dos veces nos pasó lo mismo hasta que, por fin, pasamos. Dulce dice, lo más duro de este primer tramo fue caminar un día entero y parar cuando a cantaros llovía y guarecer los niños con hule y nosotros quedar mojándonos a la intemperie.
El Padre Mauro Verzeletti, director de la Casa del Migrante, en una entrevista que le hizo el diario Prensa Libre el 20 de octubre dijo, después de la guerra los hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, nicaragüenses esperaban que el estado fuera aliado de los más necesitados, pero instauró un modelo de mercado al servicio de la iniciativa privada. Estas migraciones muestran que ese modelo fue un fiasco. Estos masivos desplazamientos humanos son el grito de los pobres y excluidos que ya no soportan la violencia y la pobreza y que urgen por un cambio radical de modelo.
– Gritan los migrantes hondureños, pobres y excluidos: examinen la complicidad del país al que pretendemos ir en la colocación de presidentes ilegítimos que violentaron la voluntad popular y manipularon las instituciones y las leyes.
– Gritan ellos y ellas: quítenles a las fuerzas de seguridad el custodio de las fronteras, porque el ejército, los agentes de migración, la policía transfronteriza, se ven unidos con el crimen organizado y el narcotráfico y violan los derechos humanos.
– Gritan los migrantes hondureños por salud, educación, empleo digno, tierra para todos y todas.
Estemos atentos, veamos si hay juego político con estos desplazamientos humanos para influir en las elecciones del cuerpo legislativo de EEUA en apenas 2 semanas en noviembre. Quizá quieran impulsar la mano dura para aplastar a los demócratas. No nos extraña que se juegue con el dolor humano con fines políticos. Aunque haya maraña, esperanza del reino es un pueblo despierto, que oye y vive el evangelio, y cual Cristo, el migrante, anuncia caminos redentores e invita al seguimiento. Caminamos nosotros con Él, y acompañamos a Dulce María y su hijita y sus compañeros en esta peregrinación. Unámonos en esta peregrinación que deshace vallas y rayas condenatorias de hermanos y hermanas suyos; cual el peluquero, ofrendemos lo que tengamos para transformar las fronteras de la muerte en puentes de la vida.